domingo, 7 de julio de 2013

Moisés...


Significa rescatado o salvado de las aguas.

Tengo que reconocer que l@s muñec@s no fueron mi debilidad en mi niñez, es más, en la época del boom de artículos de importación en la ciudad de Arica, ciudad de la eterna primavera, mi madre me compró una muñeca de mi porte, debo haber tenido unos seis añitos de edad, pero me duró lo que dura una flor, me la robaron, y nunca más supe de ella, y con los recursos que teníamos era imposible comprar otra.

Tal vez eso me bloqueó, la verdad no lo sé, pero los juguetes en general no me atraían, lo que me llamaba mi atención eran otras cosas, como el recortar papeles, juntar botellas, piedras, restos de  lápices de colores, etc., tenía cajas con recorte de imágenes de los diarios o revistas viejas que me regalaban, o los dibujos que salían en las conservas, en fin, ah¡ y también me atrajo desde que tengo uso de razón, restos de blondas, o retacitos de género, lanas, todas esas cosas relacionadas con el arte manual, que hoy son una constante en mi vida diaria.

Y ya en mi adultez, cuando mis hijos tomaron sus rumbos propios, me dió por tener peluches, especialmente renos y dragones.

Pero hace hace un tiempo atrás, en las vacaciones de verano, mi nuera Marcita, se encontró en el embalse este bebito, y ahí quedó todo sucio tirado en un rincón, y resulta que una noche de lluvia, me fijé en él, y lo vi tan desprotegido y desnudo, que me dió la impresión que tenía frío, lo bañé, y le hice su ropita de invierno, como siempre guiándome en Internet, donde encontré un tutorial en YouTube, y el gorro lo hice así para que se note que es un varoncito.

Mi esposo le puso el nombre, y me dijo ¿has pensado cuanto camino habrá recorrido este bebé, para llegar a ti?

Una anécdota bonita y curiosa, y que me recuerda a una parte de mi familia que amo muchísimo.

Dedico este trabajo a mi amiga virtual Leti (La Gloria del Crochet), que fue mi inspiración.